La Nadadora / The Swimmer, MEIAC, 2007

“Pero si me echo al agua sin tener miedo, bien que mal me sostendré en el agua, debatiéndome
contra ella y, poco a poco, me adaptaré a este nuevo medio, aprenderé a nadar” (Henri Bergson).*

La instalación que propone Maite Cajaraville (1967, Llerena, Badajoz) muestra
como pieza fundamental, una proyección múltiple en una sala cerrada. Nos
presenta la imagen de una nadadora de élite que realiza un sinuoso ejercicio
acrobático que se modifica por pequeños errores impercetibles hasta un
inesperado desenlace. Maite Cajaraville compone en La nadadora una alegoría
social, nombrando, de forma cifrada, la competitividad, la alienación y la
fragmentación del individuo que acarrea, final y dramáticamente, el desorden
mental o incluso la muerte.* Una secuencia empleada como alegoría de las
relaciones de poder, sus estructuras y mecanismos invisibles que nos seducen
y persuaden, condicionando nuestras aspiraciones y anhelos personales. Maite
Cajaraville se interesa por los estados internos que atraviesa el individuo y la
nadadora es nuestra guía dentro de estos estados.

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